miércoles, 10 de mayo de 2017

Tres pilares


 Estoy rindiendo un final oral. Frente a mi: tres profesoras. La materia: Cultura para la Paz de la Cátedra Pérez Esquivel. Estoy discutiendo porque siento que cada institución internacional y nacional al fin y al cabo es un manojo de normas y reglas que muy pocas veces llegan a algo. Les digo que la ONU, por ejemplo, no sirve para nada, que se enrosca en cada votación y mientras tanto vuelan ciudades por los aires. En suma les digo que estoy enojado con la materia. Que estoy desesperanzado. Nombro algunos tecnicismos pero sin convicción. Hasta que me detengo y les digo: no puedo seguir si no creo en lo que digo. Lo digo medio nervioso pero seguro. Ellas me miran un rato hasta que una, la más grande (ojala pudiera recordar su nombre) me pide que hable de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Les explico las formas que tuvieron y que tienen para construir una paz donde no la hubo y donde a veces no la hay. Voy a la historia, a las formas y los medios que utilizaron, y sigo. Mientras hablo algo cambia en mí, siento que las ganas de rendir esa materia me vuelven. Me incorporo un poco, levanto los hombros y comienzo a mover las manos. Hablo de la construcción de un mensaje que sea lo suficientemente contundente para llegar a la mayor parte de la sociedad y que desde allí se pueda lograr un efecto sobre las instituciones estatales y gubernamentales en caso de que estas tomen un camino contrario al pueblo. De pronto la profesora me frena con otra pregunta, simple, muy simple pero muy necesaria para mi oral:

-          Nombreme los tres pilares en los que se sostiene el mensaje de las Abuelas y Madres – me dice y me mira fijo, esperando lo que yo necesito gritar ( sin saberlo) desde que empecé este oral.

-          Memoria, Verdad y Justicia –  Enumero, aliviado

-          Y justicia – remarca.

Entonces nos quedamos callados, con esa palabra retumbando en el silencio.

De aquel parcial ya pasaron cinco o seis años. Hoy los tres pilares vuelven a volar ante mí. Memoria, la construcción de la misma mediante la transmisión de un menaje claro, sin dobleces, honesto.

Verdad, la iluminación que viene de la mano de aquellos que sostienen pruebas en la realidad efectiva e inmediata. Cuando estas frente a la verdad lo sentís en la carne, bien adentro del cuerpo.

Justicia, el pilar fundamental para que la memoria y la verdad sean respetados.

Hoy la plaza fue a reclamar por el último pilar con la memoria y la verdad en forma de pañuelo blanco. Por eso les digo y les aconsejo que empiecen a ver el panorama completo. Hay que pensar más allá de las superficie, más allá de los títulos de diarios. Hay que darle sentido a las palabras, porque cuando decimos Derechos Humanos estamos poniendo en nuestra boca dos palabras importantísimas: los derechos y los humanos. Son nuestros derechos como humanos, como personas. Si estos derechos son avasallados nuestra humanidad deja de ser tal.

Como sea, hoy puedo decir que una gran parte de la sociedad ha crecido. Entendimos que los derechos humanos son importantes, al fin. Que no son cualquier cosa. Que hay que sentirlos bien adentro del cuerpo y entenderlos en la cabeza. Pero por sobre todo entendimos que las Abuelas y las Madres de plaza de Mayo hoy: son la garantía de que esos derechos se respeten.

Si pudiera volver el tiempo atrás y regresar a aquel final empezaría hablando de ellas.                   
 Porque ellas son el principio de todo esto y la continuación de la vida.


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