Se viene el día del laburante. Y
la única cosa que te pido así...simple y cortita, al pie como pase de Maradona: que
pienses en lo que pasó en el taller clandestino y que reclames, y grites, y
salgas con paraguas en caso de que llueva a pedir justicia, porque eso…eso
también es inseguridad. Esas también son muertes y eso también se llama
asesinato.
¿Sabes lo que me embola? Que siempre tengo que escribir movido por
la indignación y mira que esperé y esperé a los posteadores seriales de
siempre, espere a que me inviten a una marcha, a un reclamo. Que me griten en
la cara su indignación. Cortazar decía que no hay nada más realista que aquello
que te oculta la realidad mostrándotela.
Pero yo no puedo seguir este consejo, no ahora, no por este medio y
entonces tengo que decir las cosas como fatalmente las veo: Se murieron dos nenes, dos
pibitos hijos de una madre que era/es explotada en un taller de costura clandestino en la
Ciudad de Buenos Aires. ¿Y que hacemos entonces? ¿Llamamos a Nisman? ¿O también
se olvidaron de seguir marchando por el? Ni ganas ni fuerzas ni argumentos para
continuar con las marchas. Y los nenes se murieron, en tu cara, en la nuestra.
¿Y?
Mañana es el día del laburante,
entonces te pido que si no marchas, si no pedís justicia, si no te indignas, si
no salís con paraguas a revivir un 1810 inexistente. Si no haces nada de esto, entonces mañana pensá en los laburantes clandestinos, esos que bordan un caballito
para que cabalgue con cocodrilos en medio de las casas de los que le esquivan a
la realidad que no les conviene pero que se les muestra latente e hiriente.
Terminé para seguir empezando
todos los días. Como siempre. Te dejo a vos seguir pensando.