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Nombreme los tres pilares en los que se sostiene
el mensaje de las Abuelas y Madres – me dice y me mira fijo, esperando lo que
yo necesito gritar ( sin saberlo) desde que empecé este oral.
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Memoria, Verdad y Justicia – Enumero, aliviado
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Y justicia – remarca.
Entonces nos quedamos
callados, con esa palabra retumbando en el silencio.
De aquel parcial
ya pasaron cinco o seis años. Hoy los tres pilares vuelven a volar ante mí.
Memoria, la construcción de la misma mediante la transmisión de un menaje
claro, sin dobleces, honesto.
Verdad, la iluminación
que viene de la mano de aquellos que sostienen pruebas en la realidad efectiva
e inmediata. Cuando estas frente a la verdad lo sentís en la carne, bien
adentro del cuerpo.
Justicia, el
pilar fundamental para que la memoria y la verdad sean respetados.
Hoy la plaza fue
a reclamar por el último pilar con la memoria y la verdad en forma de pañuelo
blanco. Por eso les digo y les aconsejo que empiecen a ver el panorama
completo. Hay que pensar más allá de las superficie, más allá de los títulos de
diarios. Hay que darle sentido a las palabras, porque cuando decimos Derechos
Humanos estamos poniendo en nuestra boca dos palabras importantísimas: los
derechos y los humanos. Son nuestros derechos como humanos, como personas. Si
estos derechos son avasallados nuestra humanidad deja de ser tal.
Como sea, hoy
puedo decir que una gran parte de la sociedad ha crecido. Entendimos que los
derechos humanos son importantes, al fin. Que no son cualquier cosa. Que hay
que sentirlos bien adentro del cuerpo y entenderlos en la cabeza. Pero por
sobre todo entendimos que las Abuelas y las Madres de plaza de Mayo hoy: son la
garantía de que esos derechos se respeten.
Si pudiera
volver el tiempo atrás y regresar a aquel final empezaría hablando de ellas.
Porque ellas son el
principio de todo esto y la continuación de la vida.