Ayer justamente escribí un
pequeño párrafo en medio de muchas noticias sobre Daiana. Fue pequeño porque tenía
mucho para decir y me estallaba la ansiedad provocada por la sensación de
impunidad, de rabia, de tristeza. Pero ahora, menos loco puedo
expresarme un poco más...es necesario.
Estuve escuchando opiniones y
muchas de las que escuché fueron las que se repitieron con el caso de Melina ¿se
acuerdan? Opiniones que están enmarcadas dentro de un sistema machista que
doblega las mentes, las hace limitadas y egoístas. ¿Cómo alguien puede dejar de
lado el hecho fatal de asesinato de una adolescente? ¿Cómo puede alguien hablar
de su vestimenta y dejar de lado el tremendo, el terrible, el aberrante hecho
de que la mataron? ¿Cómo se puede omitir esto? El sistema machista en que
vivimos lo hace posible. Cómo hace posible tantas otras cosas. Como hace
posible que una mujer sienta que es normal que su novio la someta, la violente,
la trate mal. Hace posible que cualquier
tipo se crea con derechos sobre el cuerpo de cualquier mujer, porque “si es una
puta” “Si le gusta” “Si mirá como se viste” y así justifican su accionar
amparados por este sistema vicioso en donde los hombres seguimos siendo las
personas con más derechos adquiridos, robados o inventados.
Las mujeres son las personas que
mas información sobre el deber ser reciben. Deben sonreír de determinada
manera, usar determinados zapatos, leer determinadas revistas, actuar de
determinada manera, encajar en los moldes físicos establecidos para ser una mujer “normal”, sacarse
determinadas fotos; ojo no solo esto, también son las que más etiquetas
hirientes reciben: trolas, fáciles, santurrona, gordita, fea, culona, tetona,
narigona, muy alta, muy baja, callada, difícil, loca, histérica (las más famosa
de todas las etiquetas), etc. Y por si fuera poco, por si esto ya no fuera
demasiado resulta que las mujeres deben tener en cuenta qué tipo de fotos se
sacan y con qué ropa andan por si un hijo de puta las asesina; no vaya a ser cosa que
con esa ropa y esas fotos y esa manera de caminar y esa sonrisa lo estimules a
asesinarte. ¿Es que seguimos pensando al revés? Todavía se sigue pensando en
que la culpa no es del violador sino de la chica que se viste para provocarlo.
¿Qué tiene que use escote? El problema es que debemos educarnos y educar, la
mayoría de las veces un escote no significa garchar (perdonen la expresión
pero a veces se necesita utilizar las fuerza de las palabras con la intensión
que les significa).
Hay que tener en claro algo: es el sistema machista el que
reproduce este pensamiento, el que fabrica la imagen del escote provocador, ese
sistema que hace del cuerpo de la mujer un objeto que se compra y se vende, el
que permite que una mujer busque la valoración social mediante ciertas poses,
es este sistema el que permite que el hombre se sienta menos hombre si no
somete de alguna forma a la mujer. Es este sistema el que le da cuerpo
argumentativo, cuerpo teórico al accionar de cierto sector de la propia justicia,
que a su vez se encarga de reproducir las prácticas más deshonestas y
perjudiciales para nuestra sociedad.
Cada una de las chicas que muere
asesinada tenía una vida distinta al resto, una vida que llevaba como podía y
creía. Como cualquiera de nosotros. Lo único que la emparentaba con las demás era su condición de mujer.
Entonces busquemos y luchemos porque se respete la igualdad de la mujer dentro
de sus diferencias como personas. Respetemos su intimidad, su vida, sus
acciones.
Cualquier mujer tiene derecho a
sentirse linda, cualquier mujer tiene derecho a vestirse como quiera y eso no
significa que quiera acostarse con nadie. Lo peor es que estas opiniones uno
las escucha en los medios masivos de comunicación. Cualquier gil se atreve a
dar una opinión carente de códigos, de análisis, de sentimiento siquiera. Larga
opiniones livianamente y deja ver el “por algo será” el maldito “por algo será”.
Si es por algo, es porque se siguen reproduciendo este tipo de mensajes en vez
de concientizar a todas las chicas sobre los cuidados que hay que tener cuando
van a una entrevista laboral, por ejemplo. Dejen de opinar sin pensar, por favor.
Hay una familia, hay humanos detrás. Sinceramente quiero escribir con más
análisis, mas pausa, más argumentos teóricos que avalen mi pensamiento pero no
puedo. Mi mente camina a la velocidad de la impotencia. La rabia me carcome las
manos. Daiana es otra chica que murió en manos de alguien que se sintió con el
poder de quitarle la vida. No importa nada más que ella y todas las demás.
Nadie, ningún hombre tiene derecho a maltratar a una mujer, nadie es más hombre
por “mandar” a su novia. Nadie es mejor hombre por golpear (psicológicamente o
físicamente) su pareja. Este sistema avala comportamientos aberrantes,
asquerosos, estúpidos. Los hombres a veces nos sentimos con derechos que no
tenemos. Algunas mujeres nacen y crecen con estas ideas implantadas a través del
machismo y entonces creen que es normal, que así es cómo debe funcionar todo. Y
no, no es así. Si un tipo te trata mal, te trata mal y punto. Es un tema largo
y complejo. Lo que no es complejo es que ciertas personas se sienten a pensar
dos minutos antes de hablar, antes de juzgar, antes de emitir un comentario. Ayer
fue Melina, hoy es Daiana. ¿Hasta cuándo? Los medios de comunicación tienen que
servir para concientizar, para abrir las cabezas en busca de la igualdad. Otra
vez llamo a todos los posteadores seriales que salen en casos mediatizados a
postear y repostear títulos y opiniones. Ahora es dónde se puede hacer un uso
acertado de la red.
No quiero más chicas asesinadas,
no quiero más chicas maltratadas, no quiero más prejuicios, no quiero más que
se hable sin sentir. Eso, no quiero que se hable sin SENTIR. Sientan loco.
Sientan la desigualdad de derechos, sientan la violencia de género, sientan,
sientan y sientan. Pregunten, hablen, estudien, busquen.
Esta columna la escribo con el
corazón en la cabeza, por eso tal vez salgan mezclados sentimientos y teoría.
Pero no me importa, basta con que el mensaje se entienda, se difunda y se
labure.
Ni una piba más. Como dijo una
amiga: Basta.