domingo, 22 de octubre de 2017

El hombre ilustrado


Hay un libro de cuentos de Ray Bradbury que se llama “El hombre ilustrado” y trata de un hombre que se encuentra con otro hombre inmensamente gordo cuya piel se encuentra tatuada con imágenes que tienen vida propia, las cuales cuentan historias en forma de cuento. Sobre el final se revela el último tatuaje, y en este se representa la muerte del propio hombre que lo está mirando. Hace muchos años compre ese libro pero fue durante esta semana que lo recordé con claridad. Debe ser por los tatuajes… por los tatuajes de Santiago.

Entonces voy a ser parte del mar de tinta que se está desparramando sobre esto y a pesar de que siento que tal vez sea redundante sigo porque esta una de mis formas de rebelarme, de sentar posición y de decir por fuera de mi cuerpo y a la par de éste: que estoy del lado de los buenos como Santiago, quienes generalmente son los que mueren primero para convertirse en espejo de lo que somos. O bien: de lo que en parte somos.
   
En mis treinta y un años nunca había visto tanta maldad sostenida durante tanto tiempo. Los medios salieron con dientes afilados a comerse cuanta carne haya. Uno, el más grande, no se avergonzó de sacarse la máscara y mostrarse tal cual es: un asqueroso vampiro con garganta de lata. Ya nada importó. Pero esto no es lo que me preocupa verdaderamente. Uno sabe que el poder, la obtención del mismo, tiene estas cosas aberrantes. Lo que me entristeció fue ver y leer la reacción de algunos ciudadanos que se dicen argentinos. Sin pudores abrieron sus bocas y usaron sus garras para escribir cuanta porquería se les viniera a la mente.

Más reprochable es aún el accionar del gobierno con su presidente a la cabeza, quien desde otro país solo dijo “tenemos una situación compleja” al referirse a la muerte de uno de los ciudadanos más nombrado en los últimos años. A ese ciudadano eligió no nombrarlo. Ese es nuestro representante hoy. 

Para poner blanco sobre negro y decir solo lo que es verdaderamente importante dejando de lado mil hipótesis y palabras que no tienen sentido ni sentimientos: Santiago Maldonado estaba ayudando a uno de los pueblos originarios a defenderse de gente como Benetton que quiere quedarse con sus tierras. Este gobierno envió fuerzas de seguridad para enfrentar al poderoso pueblo mapuche que estaba poniendo en jaque la vida del débil Sr. Benetton. Como consecuencia de esto hoy Santiago está muerto. Para que quede más claro: las fuerzas del estado nunca deben ser puestas en contra del propio pueblo, porque se crearon para defenderlo. Es su obligación y si un gobierno le ordena posicionarse en contra, entonces ese gobierno es responsable. Es tan simple como eso. No hay grises: o están con nosotros o están contra nosotros. Yo he visto cortar rutas a hombres que hoy son senadores. Esos hombres no fueron reprimidos. Esos hombres ejercieron su derecho libremente. Pero ya no importa. Hoy Santiago que no era parte de aquellos señores, está muerto. Muerto luego de estar en un no lugar durante ochenta días. El No lugar es el lugar más doloroso de todos. Y durante ese tiempo ninguno de nuestros representantes tomó cartas en el asunto. Ni siquiera las tomó durante las siete horas que una familia se quedó cuidando un cadáver que sería el de su ser querido.

En el medio: las elecciones. Que pasaron sin sorpresas. Cambiemos que se fortalece como partido nacional, el peronismo que tendrá que buscar cómo se reacomoda en los nuevos tiempos y un kirchnerismo que tendrá que flexibilizar algunas posiciones para superar su techo. Con una gobernadora hablando como si fuera senadora recién electa y una diputada llamada Carrió ( Con el 50% de los votos de Capital ) subiendo al escenario con la canción "La flor mas bella" tres días después de comparar el cadáver de Santiago con Walt Disney. Sus votos no hablan de ella, sino de quienes la votaron. Pero seguimos en pie.

Haciéndome eco de las palabras de un amigo les aconsejo: escuchen y lean otras cosas. Busquen otras lecturas. Otras voces. Ya los conocemos a todos esos que salen en prime time. Están hablando desde hace años en las mismas pantallas. Se van a morir en vivo y van a seguir hablando como zombies. Busquen otros caminos. Existen personas que hacen laburos increíbles por fuera de lo convencional. Sean valientes y formen su propia opinión. Salgan de ese estado de confort mental. Crezcan, evolucionen. No se duerman. Los pueblos dormidos no sueñan, mueren de a poco.

No puede haber personas desinteresadas. La vida política de un país tiene que interesar. Condenar la muerte de Santiago te hace más persona. Politizar la muerte te hace ciudadano. Politizarla significa que busques respuestas, que preguntes, que pidas justicia. No existe el no politizar. Están confundiendo. En todo caso existe el no partidizar, eso es distinto. Pero la política es importante, es el único medio por el cual nosotros nos expresamos públicamente.

Santiago fue identificado por su familia gracias a sus tatuajes. Ahora es él quien se convierte en un dibujo ardiente que vive en nuestros cuerpos de argentinos. Es una cicatriz en nuestra nación. Pero no se va a quedar quieto como un tatuaje convencional, no: va a moverse como las ilustraciones del personaje de Bradbury, reflejando el futuro de quien lo mire. Sé que los que nos gobiernan lo van a mirar, se les va a grabar en sus pupilas, va a entrar como millones de punzadas de agujas afiladas dentro de sus ojos y allí se van a ver caídos, muertos en vida. Estoy convencido de esto y no porque haya leído un libro o dos sino porque sé que
                                                                                          

                                                                            Pibes como Santiago nunca mueren en vano.





A la familia de Santiago. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario