miércoles, 6 de mayo de 2015

La Rata


En el techo se abrió un hueco y por allí entró el asqueroso animal. Una rata enorme, de pelo gris, hocico sin bigotes y patas huesudas se arrastró por las paredes hasta llegar al suelo. Era casi tan grande como su brazo cargado de anabólicos y pesas. La rata  se detuvo frente a el y lo miro con ojos chispeantes y nerviosos. Al verla el hombre pensó “Esta hija de puta quiere atacarme, pero la voy a esperar…y cuando esté cerca la aplasto de una”. Sin embargo, ante su sorpresa, el animal no hizo ningún movimiento que indicara un ataque. Por el contrario, comenzó a ir y venir desde su lugar hasta la puerta de salida. Caminaba rápido y decididamente, iba y venía y en el medio del trayecto giraba su cabeza y lo miraba de manera intensa. Tenía unos ojos atrayentes, hipnotizantes. El hombre la observaba tratando de descubrir que era lo que le provocaba la atracción que sentía ante esos movimientos. La rata continuó yendo y volviendo durante un largo tiempo hasta que por fin el hombre entendió. ¡Quiere que la siga!, se dijo. Y así fue como rata por delante y hombre por detrás salieron a las calles de la gran ciudad. Cuando una rata de aquellas proporciones sale a plena luz del día en un barrio como aquel, de veredas limpias, basura clasificada y policías en todas las esquinas, produce estupor, asco, miedo, espanto, indignación y algunas veces violencia. Pero cada persona que la vio se guardó bien estos sentimientos porque aquella rata estaba siendo seguida por un hombre de apellido respetado y por sobre todas las cosas: por algo andaba en aquel barrio y no en cualquier otro.  Solo uno se atrevió a preguntarle, “¿Por qué la seguís? ¿Te diste cuenta de que es una rata?” a lo que el hombre respondió “ Claro que me di cuenta, no soy boludo. Pero mirala, mirala como se mueve,  mira su mirada, tiene algo. Mira como camina. ¿Te diste cuenta que no tiene bigotes? ¡¿Qué rata no tiene bigotes?!” Dicho esto el hombre siguió su camino y entonces ocurrió algo que no esperaba. Su vecino lo alcanzó y le dijo “creo que quiere que la siga yo también… ¡Mirá me esta mirando! Te acompaño a seguirla, no es una rata cualquiera, esta no tiene bigotes, tenes razón: es diferente”  Y así fue como los dos hombres se colocaron detrás y continuaron su andar.  Hacia el final del día ya eran miles caminando a través de los barrios porteños, siguiendo a una rata sin bigotes que a esa altura la consideraban su líder. Los medios no tardaron en hacerse eco de esta situación y retrataron con palabras la situación: “Allí va, la grandiosa rata sin bigotes, indicándonos un nuevo horizonte lleno de esperanza y alegría” decían y así el roedor seguía ganando seguidores. Algunas personas comenzaron a decir que la habían escuchado hablar y otros aseguraban haberla visto bailar y hasta cantar.  Sea como sea la rata siguió sumando adeptos sin hacer absolutamente nada que fuera distinto a lo que hace una rata, solo que ella andaba sin bigotes.

Anoche mientras tomaba unas cervezas con amigos la vimos pasar.

-         -  ¡Falta que lleve una flauta! – dijo uno

-         - Si, ¡o un bastón! – agregué

-         - ¡Ja Ja, como el de Splinter…la rata de las Tortugas Ninja!- sumó divertido, uno de mis amigos.


-         -  Si…como esa, precisamente... - 

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