sábado, 10 de diciembre de 2022

El fantasma de Messi


“Te guste o no te guste somos el nuevo rock and roll” 

Messi con el paso del tiempo fue perfeccionando su juego sin pelota hasta convertirse en una ausencia presente entre sus rivales provocándoles una contradicción infernal: tienen que marcar a alguien que no está, pero está. De esta manera cada vez que aparece provoca un estupor paralizante del cual siempre se sale tarde y con un gol en contra. Ahora, si encima a su fútbol espectral le suma una humanidad que toma partido ante los poderosos, que discute, que dice “bobo” y que abandona las “s” en cada frase entonces muta a bestia y a las bestias se las persigue y se las mata, sobre todo si esa bestia encarna la felicidad de su pueblo porque un pueblo feliz recupera la fe en sí mismo y eso es peligroso.

 ¿Y cuándo un pueblo recupera la fe?

Cuando el héroe/santo/dios al que todos le rezan, se transforma en alguien que puede morir. Cuando lo extraordinario va a compartir la propia tierra donde vamos a ser enterrados, transformándose en símbolo de sostén de aquellos que siempre están cayendo. Eso fue (es) Maradona y ahora Messi: hijos de una dialéctica silenciosa y llena de contradicciones entre el deportista y un pueblo que busca creer en sí mismo. Un pueblo hoy desmembrado en miles de partículas individuales buscando subsistir dentro de su propia individualidad. Donde las demandas populares flotan (aún) sobre mares de indiferencia colectiva. Entonces llega el mundial y con él esta selección que unifica la alegría de los olvidados frente al odio de los de siempre. Es que ya no se trata de un mundial, ahora es una cuestión de identidad popular donde no se juega por la copa, sino por defender al barro de la patria en territorio propio y extranjero. 

Somos el fantasma de Messi rondando sus defensas, la vulgaridad bestial que nubla sus cielos, el pase gol que no esperan porque nos creen controlados.

Mejor, que así sea.



 


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