jueves, 2 de junio de 2016

Mal bicho

En el nuevo “Visión 7 internacional” el pasado sábado,  la periodista que conduce (no sé su nombre) le pregunta a Marisella Svampa ( Socióloga, investigadora) respecto a la represión desmedida llevada a cabo durante las protestas en Francia: “ ¿Puede ser, Marisella, que esto ocurra porque el gobierno está dando más espacios para las protestas y por esto la gente se desmadra y provoca estas acciones de las fuerzas de seguridad?” (No recuerdo las palabras exactas pero fue algo así). Hermosa pregunta, una pregunta que da vuelta toda la lógica del sistema represivo. Pero, a Dios gracias, Marisella (mujer despierta) respondió: “No. Creo que de lo que se trata es de criminalizar la protesta social”. Repito: criminalizar la protesta social. Es decir: te matamos con las medidas pero ni se te ocurra protestar porque te la damos, porque no podés protestar, porque sos un delincuente por hacerlo. Es como que te peguen y te hagan llorar pero cuando vas a llorar te peguen otra vez, pero por llorar.

Con esto se relaciona la última gran decisión de nuestro presidente: “Las Fuerzas Armadas dejan de estar subordinadas al poder político”, es decir: tené cuidado porque desde ahora a la Federal, la Metropolitana y Gendarmería se le suma otro organito represor. Leí el decreto, y antes que me lo aclares entendí que los altos cargos “todavía” quedan bajo la esfera del Ejecutivo. Pero no soy tonto y vos tampoco, por eso creo que entendemos que esto sigue la misma onda que otras medidas: toco acá y si no pasa nada sigo tocando un poco más.

El plan es siempre el mismo: toman medidas antipopulares y luego esperan las protestas obvias. Pero las esperan preparados con la fuerza represiva y con las leyes, leyes que digan, por ejemplo: “Todo aquel que salga a protestar será un delincuente” y así, los motivos por los que pueden apresarte se simplifican a uno solo: protestar. Así, el solo hecho de protestar por el monto de tu boleta de luz ya se puede convertir en delito. Ah, claro, a vos no te importa porque no salís a protestar por nada. “Porque es de negros pagos”. No te preocupes, ya te va a tocar.

¿Te das cuenta hacia dónde va todo esto? Esto termina mal. Esto no puede terminar bien. Cada vez te van a coartar un poquito más las libertades a fuerzas de golpes. Y los primeros en ligarlas van a ser aquellos a los que le dedicas una monedita cada vez que la colecta de Cáritas pasa por tu casa.
Todo esto sin analizar estos discursos en donde se pone en tela de juicio la calidad de la democracia. Y cuando se refieren a esto significa lo siguiente: “Busquemos motivos para reemplazar a este sistema de gobierno que lo único que hace es crear corrupción”. Ese es el paquete que te quieren vender para que vos un día salgas y pidas a gritos otro tipo de sistema político, uno que tenga orden y golpes (por ejemplo). Como si con eso acabara la “corrupción”. Lamento que con eso no se acaba, se tapa. Se tapa a golpes y vos no vas a decir nada porque vas a tener miedo, o bien te vas a hacer el boludo, otra vez.

Lamentablemente, vamos hacia un Estado parapolicial, donde los espacios públicos sólo servirán para que crezca pasto (y a no pisarlo por favor) y donde toda expresión política va a ser criminalizada si vas contra sus medidas. Pero claro, ellos te dirán “Te pegamos porque sos violento y no querés ser feliz”, con voz agradable y carita de persona bondadosa. Porque a vos no te gustan las mujeres con carácter y autoridad. Porque a vos te asusta que una mujer te interpele con argumentos inteligentes. Por eso es que preferís a un Claudio María Domínguez de ojos claros, obvio. Uno que te diga; “Ey, mi genio del alma, no te preocupes todo saldrá bien si tiramos para el mismo lado”. ¿Tirar de tirar el gatillo? ¿Para qué lado? ¿El de ellos o el nuestro?

A esta altura sólo me queda por hacerte una pregunta: “¿Qué medida tomada en estos últimos seis meses fue proporcional a tu bienestar?

Mientras, el cabezón Tinelli desde la tele grita ese “bienvenidos” sedante, cuando afuera todo se desmantela rápido diciendo que hay que esperar.


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