Primero nuestros padres nos llevan en andas,
porque no podemos ni sabemos caminar. Después comenzamos a gatear, más tarde ya
caminamos a los tropezones. Acá empieza la etapa de hablar cosas inentendibles
pero que con el tiempo se transformarán en palabras. Luego esas palabras sin sentido serán frases con significado oral contundente. Hasta que llega una edad en que nos rebelamos y comenzamos a
cuestionar al poder establecido. Queremos y buscamos ser nosotros mismos y
probamos con ropas, con vocabulario, con música y gustos preferenciales que nos
van a identificar. Pero la mejor época viene cuando conseguimos construir una
identidad, nos empezamos a conocer y las preguntas se tornan más interesantes.
Esto es porque sabemos o comenzamos a saber qué es lo que queremos o al menos
qué es lo que sentimos. Y esto no viene solo, esto que nos pasa, este
crecimiento esta determinado por un contexto social y cultural y también
político. Es un diálogo entre nosotros y un contexto que nos interpela, que nos
hace pensar y nos pregunta sobre cuestiones que nos hacen crecer.
¿A dónde voy
con esta introducción? A tratar de demostrar, de señalar en lo importante y
determinante que es tener un marcha en favor de los derechos de la mujer,
cuestionando a la parte machista de este sistema que nos rodea. Es demasiado
importante hablar de esto. Es algo que no solo me entusiasma sino que me
emociona, me apasiona, me alegra. Una marcha así hace quince años era
impensada, cada crimen, cada aberración cometida hacia las mujeres solo era
titulado como un crimen pasional, o simplemente un asesinato más. Hoy estamos
por marchar reclamando algo conceptualmente mucho más profundo, más elaborado,
más intenso. Y esto no vino de la nada, esto se gesta porque crecimos como
sociedad, comenzamos a encontrarnos con nosotros mismos, empezamos a saber qué
es lo que queremos y qué es lo que defendemos. Comenzamos a discutir con
fundamentos y atacar las causas profundas de las desigualdades que vemos todos
los días, las desnaturalizamos. Y no es casualidad que esto ocurra con una mujer
como presidente, con una PresidentA (las mayúsculas son mías). Tampoco es casualidad que la plaza más popular este regada por los pañuelos de las mujeres más mujeres. No es casualidad
que esto ocurra justo en esta época donde los 25 de Mayo son días patrios a gritos y no
solo himnos nacionales mal entonados y desganados. No es casualidad que hayamos
crecido un poco más. Mañana los quiero a todos en la plaza, los que no pueden
ir al menos piensen, pregúntense, recorran la historia de la humanidad o la del país para
poder entender un poco más todo esto. De qué trata, quienes somos y qué es lo
que pasa a nuestro alrededor.
Falta muchísimo pero somos
jóvenes y con ganas y energías para crecer como sociedad y como país…y eso ya
es algo, que no me conforma, pero que me proporciona las herramientas para
seguir luchando. Herramientas que sirven para pensar y actuar; actuar y pensar y luchar de nuevo, y
debatir, y pensar nuevamente y sentir y volver a pelear y seguir creciendo, cuestionando, identificándonos, siendo y comprometiéndonos para construir un proyecto colectivo político, social y cultural que nos incluya a todos y a
TODAS.
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